domingo, 16 de octubre de 2011


Tú y yo nos conocimos porque estábamos hechos para querernos una tarde. Porque tu brazo encajaba perfectamente en mi hombro. Porque nuestros pasos quedaban muy bien. Y lo más normal era que un día te encontrara y me obsesionara por ti. Por eso, nunca me faltaron sueños. Ni ilusión. Alguna vez pensé en rendirme. Pero cuando llegaba uno de esos días, me hablabas de películas y besos. Y entonces volvía a llover. O me hacía la dura en algún sofá. Pero sabía que tú y yo estábamos hechos para rozarnos, como siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario